ALCALÁ VENCESLADA Y LA LITERATURA INFANTIL

Cuentos de Maricastaña (1930)

 

Francisco M. Carriscondo Esquivel
Universidad de Málaga

 
 
1. PRELIMINAR.
 

Fotografía de Antonio Alcalá

Cuentos de Maricastaña. Portada

En estos tiempos en que las creaciones literarias dirigidas a un público infantil tienen una especial importancia ―no hay más que ver la gran cantidad de autores y colecciones dedicados a niños y adolescentes― conviene volver la vista atrás para ir conformando la historia de la literatura dirigida a este tipo de lectores, historia de la que afortunadamente contamos con varios estudios rigurosos. De ahí que nos propongamos analizar una obra de Alcalá Venceslada dirigida expresamente al público infantil: concretamente, sus Cuentos de Maricastaña (1930), y ver desde ella misma sus posibilidades didácticas y estimuladoras de la lectura.

Cierto es que gran parte de la producción literaria de Alcalá Venceslada puede ir dirigida a un lector de corta edad. Nos referimos a sus abundantes villancicos, sus cuentos y, sobre todo, una obra que guarda mucha relación con la que aquí vamos a comentar: La buena simiente (1993), colección de fábulas inéditas en su mayoría que se conserva en el archivo del autor y que aparecen recogidas bajo este título. Sin embargo, sólo Cuentos de Maricastaña va dirigida expresamente a los niños. De ahí que nos centremos exclusivamente en ella.

 
2. CUENTOS DE MARICASTAÑA (APÓLOGOS POPULARES RECOGIDOS POR ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA) (1930) [1]
 

Caricatura de Alcalá Venceslada pintada por Vázquez

 

Cuentos de Maricastaña. 1930 dedicatoria del autor

No es ésta ocasión para analizar las fuentes que inspiran a Alcalá Venceslada a la hora de crear su obra. Lo que aquí interesa es que el autor se dedicó a la recopilación de apólogos populares con fines fundamentalmente literarios, es decir, no folclóricos ―o, si se quiere, científicos― insertando en ellos una enseñanza moral, provocando su aproximación al género apológico. Este uso del material popular con fines estrictamente literarios sigue la tónica que inició con De la solera fina (1925) y reaparecerá años más tarde en La flor de la canela (1946). Veamos dos testimonios de Alcalá Venceslada en relación con esta tendencia. El primero lo encontramos en su conferencia inédita «El Folklore en el Arte», donde escribe lo siguiente:

El que os dirige la palabra intentó y aun consiguió hacer un manojo de ellos [de cuentos], circunscribiéndose a los apólogos o sean [sic] aquellos en que intervienen los animales haciendo de personajes, cosa que ya hizo Aristófanes en sus famosas comedias, bien que siendo él creador de ellos en la fábula. […] Y puesto que la edición que del librillo hice fue reducidísima y la mayoría de los oyentes no lo conocerán, daré una muestra de él, advirtiendo que mi labor queda reducida a haberlos aderezado un tanto, y que el fondo es netamente popular (Alcalá Venceslada s.a.: [18-19]).

 

El «librillo» al que se refiere es, precisamente, Cuentos de Maricastaña, cuya tirada inicial fue de ciento diez ejemplares [2]. El segundo testimonio aparece en el «Prologuillo» del libro: He aquí una pequeña colección de apólogos, fruto de la minerva popular, que andaban desperdigados entre el vulgo y que he creído útil recoger, vistiéndolos con su traje propio (1930: VII).

 

Por tanto, Alcalá Venceslada seguirá dando ropaje literario a estas producciones del saber popular, lo que demuestra el inusitado amor que tenía por las producciones literarias populares, aunque sea una labor ajena a los fines estrictamente folclóricos, es decir, de estudio de lo popular con una metodología y rigurosidad determinadas.

 
 
Cuentos de Maricastaña
INDICE  de los cuentos

El libro, constituido por once breves apólogos, está dirigido fundamentalmente a los niños. De hecho, el autor dedica la obra a sus hijos. A estos cuentos les confiere un propósito didáctico-moral, siguiendo la tradición apológica cuyos inicios residen en la misma antigüedad clásica. De ahí que en todos los apólogos aparezca la correspondiente moraleja. Por ejemplo, en el apólogo titulado «"¡¡ Soldados vienen…!!"», se castiga la vanidad y el orgullo de un pavo que desconfía de los consejos de su compañero el gallo, al ver la llegada de una tropa que viene a asaltar la granja en la que habitan, concluyendo que

esta es la suerte de todos los orgullosos que desprecian a sus semejantes porque se creen superior a ellos (1930: 9).

 
 
 
Cuentos de Maricastaña.
El primero de la colección de cuentos: « ¡¡Soldados vienen...!! »

O, por citar otro ejemplo, en «La zorra, viuda», se castiga la imprudencia de los zorros por pretender «acometer un asunto superior a sus fuerzas» (33). Al respecto, también hay que decir que Alcalá Venceslada, en una hoja manuscrita en la que da unas notas preparatorias del libro, pone los valores morales que representa cada uno de los apólogos contenidos en Cuentos de Maricastaña: la vanidad, la justicia, la argucia, la sensatez, la imprudencia, la humildad, el egoísmo, la sagacidad, la experiencia o la destreza. Al igual que en La buena simiente, aparecen animales como personajes (los gorriones, la zorra, las gallinas, el asno, etc.), e incluso hay numerosos elementos del saber popular que han sido estudiados por el folclore y que aparecen en los índices folclóricos de Thompson (1955) y Camarena -Chevalier (1995).

 
 
[1] Vid. la reseña que de la obra hizo F.[rancisco] A.[rias] A.[bad] (1930).  (Volver)
 

[2] Posteriormente el Ayuntamiento de Jaén hizo una reimpresión facsimilar de la obra, en 1983, con motivo del centenario del nacimiento del autor. (Volver)

 
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